Un reemplazo sintético del corazón es una de las aspiraciones más anheladas de la
medicina moderna. El beneficio obvio de un corazón artificial funcional sería reducir la
necesidad de trasplantes de corazón, ya que la demanda para donantes de corazones
siempre es mayor que la oferta (situación que sucede con todos los órganos).
Si bien el corazón es conceptualmente simple (en su esquema más básico es un
músculo que funciona como una bomba), posee una serie de características intrínsecas que
hacen muy complejo su emulación mediante materiales sintéticos y fuentes de suministro
de energía. Estas dificultades dan lugar a una serie de consecuencias que pueden complicar
la implantación de un corazón artificial. Algunas complicaciones incluyen el rechazo del
trasplante (debido a que el organismo detecta la presencia de un cuerpo extraño), la
necesidad de tomar anticoagulantes de forma permanente, y la necesidad de utilizar
baterías externas que limitan la movilidad del paciente a horas o días.
Tipos
A. Corazón artificial parcial
Se aplica "en serie" en relación a la acción del ventrículo izquierdo, con objeto de
derivar sangre desde la aurícula izquierda, y de conducirla a la aorta descendente. El
modelo se aplica "en paralelo" a la acción del ventrículo izquierdo, derivando la sangre de
la aorta ascendente y conduciéndola hasta la descendente. En el siguiente modelo, la
bomba está constituida no por un tubo, sino por una esfera dividida en dos secciones por
una membrana elástica que, movida por la presión de un fluido externo, determina el
movimiento de progresión pulsatoria de la sangre. En todos los casos se sincroniza la
acción del corazón artificial parcial con la del corazón del paciente mediante un
mecanismo electrónico que utiliza una onda especial del electrocardiograma para regir la
bomba de presión externa.
B. Corazón artificial permanente
El primer corazón artificial permanente fue implantado el 1 de diciembre de 1982.
El paciente padecía una miocardiopatía dilatativa y una neumopatía obstructiva.
Posteriormente se realizarían otros tres trasplantes. Gracias a estos estudios, en los que el
corazón artificial permanente permitió mantener con vida a los pacientes durante un total
de 1,557 días (duración máxima: 620 días), se ha podido aprender mucho en torno al
funcionamiento y a la resistencia del corazón artificial: errores que favorecían la aparición
de episodios tromboembólicos, infecciones provocadas por el aparato y posibilidad de
garantizar una calidad de vida aceptable durante periodos prolongados. En todos los
pacientes el corazón artificial ha permitido la estabilización del cuadro hemodinámico
mediante autorregulación. En dos sujetos se ha podido detectar un aumento espontáneo
del volumen cardíaco (hasta un máximo del 30 %) durante el esfuerzo en el
cicloergómetro.
El Corazón Artificial
Es una prótesis que, implantada en el cuerpo, cumple las mismas funciones que un
corazón biológico. Este tipo de prótesis pueden ser utilizadas para reemplazos
temporarios, en los casos de pacientes en lista de espera de donante, o en situaciones en
las que se debe detener el corazón biológico para realizar algún tipo de cirugía. Existen
dos tipos de corazones artificiales, los TAH (Corazón Artificial Total) y los VAD
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(Dispositivo de Asistencia Cardíaca), que se dividen en LVAD (asistencia ventricular
izquierda) y RVAD (asistencia ventricular derecha).
Un TAH es un reemplazo completo del corazón biológico y requiere de la misma
intervención que se realiza para un trasplante de corazón por el de un donante.
El VAD es un dispositivo que se coloca junto al corazón para dar soporte y
asistencia al órgano que por algún motivo, necesita de este tipo de complemento para
funcionar o recuperarse de alguna situación.
Dicho esto, procedemos a viajar un poco a través de la historia de los médicos y
científicos que, en gran parte rechazados por las sociedades de sus tiempos, avanzaron en
el desarrollo de un corazón artificial que pudiera finalmente cumplir con el anhelado
objetivo de prolongar la vida de las personas.
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